Despertares ciclistas.
Por una pedalgogía sobre ruedas
Mónica Rivera Tabares
Bogotá y Puebla, Julio de 2022. Crónica nómada de ciclismo urbano, de padlgogía ciudadana, y de un continuo despertar interior —también propulsado por el pedal.
En la vida del ser humano como ser ciclista se tienen varios despertares. El primero es aquel en el que aprendes a montar bicicleta. Éste se constituye como un primer reconocimiento de este aparato extraño, sus elementos, y de entender la manera como el ser humano se complementa con este medio de transporte. El segundo ocurre cuando pasa de ser un elemento guardado en un cuarto de la casa, a ser usado de manera recreativa. Por último, el tercer despertar es el momento de la transfiguración de la bici como elemento deportivo o de ocio hacia una apropiación del espacio público en su uso cotidiano como elemento de transporte en resistencia dentro del actual modelo de ciudad.
Soy Mónica Rivera, tengo 32 años. Soy ciclista, colombiana y montañista de corazón
Este es el relato de mi tercer despertar, en el cual la bicicleta se ha convertido para mí en una herramienta disruptiva, de resistencia y de tejido social —llegando incluso a considerarla como una extensión de mi cuerpo tanto en la parte física como en la parte emocional.
A los veinticinco años, decidí empezar a usar la bicicleta como medio de transporte, inicialmente por un factor económico, en tanto que en Bogotá, la ciudad donde vivo, el transporte público tiene una relación precio–calidad pésima, sin contar el tráfico y sus maltratos. Por tal razón, la bicicleta se ubica como una excelente alternativa tanto de ahorro, como para el mejoramiento de la salud mental de quienes habitamos esta gran urbe. Esta fue una experiencia de reconocimiento individual, de conocer mis fortalezas, tanto físicas como mentales, para transportarme en la ciudad y para observarla desde una nueva óptica ciclista, siendo un primer ejercicio de apropiación del espacio público.
Posteriormente, me trasladé a vivir por dos años a la ciudad de Puebla (México), la cual tiene una dinámica completamente diferente, y en donde la bicicleta no se percibe por la ciudadanía como un medio de transporte, sino como un medio recreativo de uso dominical. Adicionalmente, se cuestiona el uso de la bicicleta por parte de las mujeres, tanto como la decisión de transportarme en ella sola por la ciudad — lo cual me lleva a ser percibida como una extraterrestre. Esto sin contar otros cuestionamientos de carácter paternalista sobre mis decisiones. ¿Era tan difícil concebirme sobre ese vehículo en mi apropiación de la ciudad como extranjera?
Duré aproximadamente 6 meses en la búsqueda de otros grupos que se transportaran en bicicleta por la ciudad, pero no pude encontrar. Al iniciar el año 2021, logré ubicar dos colectivas de reciente creación integradas completamente por mujeres y disidencias, y gracias a ellas se abrió mi perspectiva de entender los espacios de manera individual hacia una de carácter colectivo y con perspectiva de género. Esto empezó a incidir en distintas dimensiones de mí ser como animal social y político.
A partir de aquí inició, no de modo protagonista ni liderando procesos, porque soy una espectadora en un país extraño, sino como una miembro más de las colectivas, mi idea de aprender de las distintas visiones y dinámicas que se desarrollan en la ciudad desde el ámbito del ciclismo urbano. Me uní a estas dos colectivas ciclistas de mujeres y disidencias, la colectiva Chikciwaj y Somos fuego. Considero este momento como un nuevo despertar: el del ciclismo desde la colectividad. A través de la experiencia en manada y la convivencia, me desaprendí de la individualidad para comprender la incidencia del trabajo comunitario y colectivo, y entiendí la bicicleta como una herramienta de tejido social y de empoderamiento femenino.
Colectivo femciclista Chikciwaj, Puebla, México (2021)
Este nuevo pensamiento intervino en mis distintas dimensiones y me generó como un fuego interno la necesidad de no solo comprender, sino intervenir en la doble violencia que se enfrenta. La primera, como ciclistas, provoca que todos los días tengamos que defendernos, ya que nuestra vida está en riesgo. Y la segunda, como mujeres, en tanto que nos agreden por nuestro género, lo que se ve reflejado en palabras hostiles, miradas lascivas, tocamientos no autorizados, paternalismo, entre otras cosas. Ya que en el sistema actual el cuerpo de la mujer se percibe como de dominio público, es necesario entender las relaciones de poder que se presentan dentro de la ciudad, y al espacio público más allá de un espacio neutro: como un lugar dinámico y cambiante.
Todo el recorrido anterior me llevó, en el 2022, a empezar un doctorado en Estudios Socioterritoriales, dentro del Instituto de Ciencias Sociales y humanidades de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, enfocando mi área investigativa en esta experiencia sobre ruedas desde la visión de las mujeres y en cómo se instaura dentro de prácticas ecofeministas urbanas.
Artículo: revista Cacomixtle (2021)
Con el fin de identificar violencias, obstáculos, formas de percibir el espacio público y el surgimiento de una “pedalgogía” (término que adopto de la colectiva y biciescuela colombiana Tía Cleta), encaminada a las buenas prácticas sobre los pedales, así como a una veeduría ciudadana hacia las entidades que intervienen en la infraestructura y seguridad para los ciclistas.
Pienso que este es el despertar actual que estoy experimentando, pero no el último: concebir la bicicleta como un aula viva en la apropiación sobre ruedas del territorio; como un ejercicio de conocimiento, y como un despertar democrático y participativo con otra visión de ciudad, desde una perspectiva de género.
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Mónica Rivera Tabares
Benemérita Universidad
Autónoma de Puebla
mriveratabares@gmail.com
Profesional en Trabajo Social de la Universidad Colegio Mayor de Cundinamarca (Bogotá – Colombia). Magister en Territorio, Turismo y Patrimonio de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (México). Estudiante del doctorado en Estudios Socioterritoriales de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla. Amante del ciclismo urbano como modo de resistencia al modelo de ciudad actual, herramienta de empoderamiento de la mujer y tejido social.